El miraba por la ventana, el silencio de la noche traía leves y lejanos ruidos de una ciudad desconocida que se abría ante sí.

Miraba, despistado… su mente estaba ocupada repasando los eventos de ese día… sus ojos se posaron en la silueta que reposaba plácidamente en el lecho.

Ella dormia entregada al sueño tranquilo de un placer satisfecho.

Soñaba… en su cuerpo quedaban aun huellas invisibles y latentes de las caricias y besos recibidos hacía unas horas.

Los rayos pálidos de la luna acariciaban aquel torso masculino desnudo, lamiendo con sus lenguas de luz aquella piel que delataba aquel encuentro largamente esperado, anhelado, añorado.

Se estremecía recordando el sabor de ese primer beso, tímido, pero cargado de una pasión guardada por largo tiempo; ésas manos que ansiosas se entrelazaron en el taxi camino al hotel.

Cerró los ojos … y su rostro dibujó una sonrisa, sintiendo una vez mas el calor de aquella piel que tantas veces imaginó… y que por fin sintió.

Cuantas noches soñó, imaginó, deseó tocarla… fundirse en ella, en el placer desnudo de su fuego abrasador, penetrar en ese santuario que durante tanto tiempo sintió inalcanzable… ni en sus sueños mas remotos alcanzó a vislumbrar la intensidad de aquella primera vez .

Jamas espero que aquel amor que se fue alimentando en la distancia llegara a concretarse en algo así… real, tangible.

Al verla esperándolo en la terminal aerea pensó… no es real… es uno mas de mis sueños…, pero bastó que ella lo mirara y le sonriera para cerciorarse de la realidad.

Se sintió renacer al recordar aquel fuego avasallador que los devoró convirtiendolos en un solo ser, en armonía vibrando y sonando en un mismo acorde, dos seres fundiéndose en uno solo y con el universo como testigo en una cadena de sensaciones y reacciones, culminando en una explosión de amor y placeres satisfechos.

Se dirigió hasta donde ella yacía… se acostó a su lado deslizándose con sumo cuidado, se acomodó… recostó la cabeza en su pecho… escuchando el suave latir de su corazón… así permaneceria en armonía con ella hasta que los rayos del sol les regalara un nuevo lienzo en el que pintar sus más intimos deseos.



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